¿Los mensajes de texto arruinan el arte de la conversación?
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(El Comercio) |
Los jóvenes no sienten aversión a hablar por teléfono, simplemente
prefieren usar los SMS, en los que no se tratan “temas profundos”
Chicago (AP) . Anna Schiferl aún no se levantaba de la cama un sábado reciente cuando tomó su teléfono celular y le envió un mensaje de texto a su mamá. La madre estaba en el piso de abajo, en la cocina. ¿Qué decía el texto? Anna quería desayunar panecillos de canela.
Poco después, la adolescente de 13 años pudo escuchar la voz de su
mamá resonando por toda la casa. “Anna”, dijo Joanna Schiferl, “¡si
quieres hablar conmigo, baja y mírame!”.
Anna se ríe ahora de eso. “Como que era algo perezosa”, admite la
joven de los suburbios de Chicago. “Sé que suena horrible”, agregó.
Bueno, quizá no horrible, pero ciertamente este tipo de situaciones es cada vez más típico.
Estadísticas de Pew Internet & American Life Project muestran
que, en la actualidad, mucha gente con teléfonos celulares prefiere
enviar textos a realizar una llamada telefónica. No se trata siempre de
gente joven, aunque los datos indican que entre más joven es la persona,
más probable es que se prefiera enviar mensajes de texto.
Y eso está creando una especie de escisión en la comunicación: las
personas que prefieren charlar cara a cara y las que prefieren
comunicarse con mensajes de texto.
NO ES LO MISMO
Algunos argumentarían que no es
nada demasiado importante. ¿Qué diferencia hay en la forma en que nos
comunicamos, siempre y cuando lo hagamos?
Pero muchos expertos dicen que los más exitosos comunicadores serán
los que sean capaces de hacer ambas cosas y de saber cuál es el momento
oportuno para usar sus habilidades.
Y temen que la mayoría de nosotros estamos perdiendo -o al menos
evitando- la capacidad de mantener las tradicionales conversaciones cara
a cara, que son vitales en el lugar de trabajo y en las relaciones
personales.
“Es un arte que se está convirtiendo en algo tan valioso como la
buena redacción”, dijo Janet Sternberg, una profesora de Comunicación y
Estudio de Medios en la Universidad Fordham en Nueva York, quien además
es lingüista.
En los casos más extremos, dijo que observó que más estudiantes no
la miran a los ojos y tienen problema con los aspectos básicos de una
conversación directa, hábitos que, dice ella, los perjudicarán cuando
ingresen a un mundo en el que muchos de sus mayores aún esperarán una
conversación en persona, o al menos una llamada telefónica.
En los campus universitarios de hoy, la dinámica es frecuentemente
diferente. Olvidémonos de cosas como “horas de oficina” por ejemplo.
Muchos profesores dicen que raramente ven estudiantes fuera de clase.
“Ahora me siento en mi oficina sola por horas porque si los
estudiantes tienen una pregunta, envían un correo electrónico, a menudo a
altas horas de la noche”, comentó Renee Houston, una profesora asociada
de Estudios de Comunicación en la Universidad de Puget Sound en el
estado de Washington.
“Y nunca llaman, nunca”, agregó.
Ella recuerda haber escuchado por casualidad a estudiantes riéndose
por la manera en que se comunican las personas de mayor edad que ellos.
“Mis papás me dejaron un correo de voz, ¿puedes creerlo?”, dijo uno de
ellos, como si los correos de voz fueran de la era de los dinosaurios.
Esto no suena sorprendente o particularmente problemático a Lisa
Auster-Gussman, estudiante de la Universidad de Richmond en Virginia.
Para ella, se trata simplemente de herramientas particulares que ella
utiliza para comunicarse, dependiendo del receptor.
El correo electrónico es para profesores, sí. Llamadas telefónicas y
quizá mensajes de texto ocasionales son para los padres, si ellos saben
cómo manejar esto último.
OTRO TIPO DE INTERACCIÓN
“Pero yo no me comunico
mucho con personas mayores. La mayor parte de mi vida se basa en el
texto”, señaló Auster-Gussman, quien envía y recibe un promedio de
aproximadamente 6.000 mensajes de texto al mes.
Muchos están dentro de “grupos de textos” compartiendo mensajes
entre ocho amigos universitarios que viven en el mismo edificio. Las
interacciones no son nada más que lo que uno diría en una conversación
casual, dijo Auster-Gussman; pero son constantes cuando no están juntos.
Recientemente, por ejemplo, ella fue al cine y cuando salió encontró 50 mensajes de texto esperándola en su teléfono.
Mientras tanto, el verano pasado, cuando estuvo alejada de su novio,
pasó días sin hablar con él por teléfono, pero se intercambiaron
mensajes de texto varias veces al día. “Ni siquiera están hablando con
él realmente”, recuerda ella que le decía su perplejo padre. “Pero yo
sentía que estaba hablando con él todo el día, todos los días”, dijo
Auster-Gussman.
¿Existe alguna aversión a hablar por teléfono? No realmente, señaló.
Es simplemente una preferencia. En el momento actual, es sencillamente
lo que hacemos, agregó.
Como lo ve Anna, la adolescente de 13 años del suburbio de Chicago:
“Hay gente a la que uno le envía mensajes de texto, pero a la que no le
llamará por teléfono”.
Ella y sus amigos más cercanos se envían además videos de ellos
mismos y de sus entornos; quizá de sus perros o algo nuevo en sus
habitaciones. “La gente probablemente diría algo como ¿“por qué
simplemente no les llamas?”“”, dijo Anna.
Expertos dicen que, por supuesto, no hay nada malo con la
conversación casual y diversión entre amigos. Uno podría argumentar que
el flujo constante de decenas de mensajes de texto todos los días
mantiene a la gente más conectada.
El problema, señalan algunos expertos en comunicación, es que la
conversación no es particularmente profunda y en eso consiste el
problema.
“El problema medular ha existido desde que tuvimos teléfonos;
probablemente desde la era del telégrafo”, comentó Joseph Grenny,
co-autor del libro “Crucial Conversations: Tools for Talking When Stakes
are High” (Conversaciones cruciales: Herramientas para charlar cuando
los riesgos son altos). “Odiamos tener conversaciones cruciales. Nos
paralizamos y hacemos lo posible por evitarlas”, señaló.
Eso se aplica para cualquier generación, apuntó. Los mensajes de texto son simplemente la forma más nueva de hacer eso.